miércoles, 28 de noviembre de 2012

Independencia de mexico y antecedentes

            Independencia de México

 
 
La independencia de mexico fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España. La guerra por la independencia mexicana se extendió desde el Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821.
El movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración y las revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII. Por esa época la élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con sus colonias. Los cambios en la estructura social y política derivados de las reformas borbónicas, a los que se sumó una profunda crisis económica en Nueva España, también generaron un malestar entre algunos segmentos de la población.
La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España una crisis política que desembocó en el movimiento armado. En ese año, el rey Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el ayuntamiento de México —con apoyo del virrey José de Iturrigaray— reclamó la soberanía en ausencia del rey legítimo; la reacción condujo a un golpe de Estado contra el virrey y llevó a la cárcel a los cabecillas del movimiento.
A pesar de la derrota de los criollos en la Ciudad de México en 1808, en otras ciudades de Nueva España se reunieron pequeños grupos de conjurados que pretendieron seguir los pasos del ayuntamiento de México. Tal fue el caso de la conjura de Valladolid, descubierta en 1809 y cuyos participantes fueron puestos en prisión. En 1810, los conspiradores de Querétaro estuvieron a punto de correr la misma suerte pero, al verse descubiertos, optaron por tomar las armas el 16 de septiembre en compañía de los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de Dolores (Guanajuato), convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
A partir de 1810, el movimiento independentista pasó por varias etapas, pues los sucesivos líderes fueron puestos en prisión o ejecutados por las fuerzas leales a España. Al principio se reivindicaba la soberanía de Fernando VII sobre España y sus colonias, pero los líderes asumieron después posturas más radicales, incluyendo cuestiones de orden social como la abolición de la esclavitud. José María Morelos y Pavón convocó a las provincias independentistas a conformar el Congreso de Anáhuac, que dotó al movimiento insurgente de un marco legal propio. Tras la derrota de Morelos, el movimiento se redujo a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz.
La rehabilitación de la Constitución de Cádiz en 1820 alentó el cambio de postura de las élites novohispanas, que hasta ahí habían respaldado el dominio español. Al ver afectados sus intereses, los criollos monarquistas decidieron apoyar la independencia de Nueva España, para lo cual buscaron aliarse con la resistencia insurgente. Agustín de Iturbide dirigió el brazo militar de los conspiradores, y a principios de 1821 pudo encontrarse con Vicente Guerrero. Ambos proclamaron el Plan de Iguala, que convocó a la unión de todas las facciones insurgentes y contó con el apoyo de la aristocracia y el clero de Nueva España. Finalmente, la independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821.
Tras esto, Nueva España se convirtió en el Imperio Mexicano, una efímera monarquía católica que dio paso a una república federal en 1823, entre conflictos internos y la separación de América Central.
Después de algunos intentos de reconquista, incluyendo la expedición de Isidro Barradas en 1829, España reconoció la independencia de México en 1836, tras el fallecimiento del monarca Fernando VII.
 
                                               Antecedentes
 
    Los antecedentes de la independencia de México pueden clasificarse en dos grandes grupos. Por un lado, los externos, es decir, sucesos que no ocurrieron directamente en Nueva España pero afectaron a su estabilidad. En este grupo se encuentra la Revolución Francesa, que trajo al virreinato los ideales de libertad de los revolucionarios franceses anti absolutistas, y la independencia de las trece colonias de Norteamérica, que fue un ejemplo de que en América era posible vencer al colonialismo europeo.
Por otro lado los internos, en Nueva España el descontento hacia la dominación ibérica era generalizado. Durante tres siglos los nativos habían vivido oprimidos por los españoles, y además las principales oficinas del gobierno y la Iglesia eran ocupadas únicamente por españoles. Tal descontento motivó muchas revueltas contra los españoles, las cuales fueron fácilmente sofocadas. Las más conocidas son la de Martín Cortés (1565), Yanga (1608), los motines en la Ciudad de México (1692), Canek (1761) y la rebelión de los machetes (1698). Con este panorama es como se llegó a 1808, en el pleno ocaso de la Nueva España.

Situación económica y social del virreinato de Nueva España

La sociedad novohispana estaba dividida en varios estratos, cuya posición estaba condicionada por cuestiones de orden económico, cultural y político. Una de ellas era su papel respecto a la posesión de los bienes económicos. Había un grupo muy pequeño de personas que controlaban la mayor parte de la riqueza, mientras que la gran parte de la población era pobre. Los pueblos indígenas debían pagar un tributo al gobierno y estaban sujetos a un régimen de autoridad que, por ambiguo, provocaba numerosos enfrentamientos entre españoles peninsulares, criollos y mestizos. Muchos de estos enfrentamientos tenían relación con cuestiones agrarias, como por ejemplo la tenencia de la tierra y el control del agua. A lo largo de los tres siglos de dominio español hubieron varios estallidos sociales en la Nueva España, entre ellos la rebelión de los pericúes de 1734 a 1737 en Vieja California, la rebelión de 1761 de los mayas, encabezada por Jacinto Canek[4] y las rebeliones de los seris y los pimas en Sonora a lo largo de todo el siglo XVIII.
Como un corolario de los múltiples orígenes de la población de Nueva España surgió el sistema de "castas". Estos grupos estaban caracterizados por el origen racial de sus integrantes, encontrándose en la cúspide los españoles, y entre ellos, los europeos. La combinación entre españoles, indígenas y africanos dio como resultado un número de grupos cuya posición estaba determinada por la cantidad de sangre española que poseían. El sistema aspiraba a mantener la supremacía de la sangre española, y aunque nunca tuvo base legal, no siendo más que una nomenclatura aceptada, reflejó la división y la exclusión existente en la Nueva España, donde los grupos no españoles ocupaban un lugar marginal en el sistema social.
El pilar de la economía colonial de Nueva España era la minería, particularmente la explotación de oro y plata. Durante el siglo XVIII la producción minera vivió una de sus mejores épocas. Como resultado, la producción de oro y plata se triplicó en el período de 1740 a 1803. La bonanza era tan grande, que la mina llamada La Valenciana, en el estado de Guanajuato, llegó a ser considerada la operación minera de plata más importante del mundo. Al finalizar el siglo XVIII, Nueva España producía más de 2 500 000 de marcos de plata, y sus principales regiones mineras eran Guanajuato, Zacatecas y el norte de la intendencia de México. La importancia de la minería para la economía novohispana era tal que Carlos III reconoció al Cuerpo de Minería de Nueva España en 1776; un poco más tarde, permitió el establecimiento del Real Tribunal de Minería, así como también del Colegio de Minería.
El apogeo de la explotación minera favoreció el desarrollo de otras actividades económicas, particularmente el comercio y la agricultura. Por ejemplo, la creciente importancia de Guadalajara y El Bajío se debía a su relación con los minerales de Zacatecas y Guanajuato. Dado que la exportación de plata y oro constituía el nodo de la economía novohispana, en torno a esta actividad creció un complejo sistema que consolidó al grupo de comerciantes peninsulares, pero que también permitió la ascensión de un poderoso grupo criollo. Este grupo estaba concentrado en los consulados de México y Guadalajara, que constituyeron la pieza fundamental en la circulación de capitales en el territorio novohispano. El poder económico de los consulados respaldaba su capacidad de representación política, gestión y cabildeo.
La economía novohispana entró en crisis a final del siglo XVIII, período que coincide con las reformas borbónicas adoptadas por la Corona. Las reformas tenían por objeto modernizar la administración de las colonias y hacer más rentable la explotación de sus recursos, porque en Nueva España había una escasez de capitales en circulación debida al monopolio sobre la plata ejercido por los comerciantes y por la propia política financiera de la metrópoli. Una parte importante de las rentas derivadas de la explotación de las colonias no llegaba a las arcas reales, repartiéndose entre distintas corporaciones de acuerdo con los arreglos antiguos entre la Corona y estos grupos. Ciertamente, la reforma afectó los intereses de las clases más privilegiadas. Al establecerse además el libre comercio entre las colonias, creció el poder económico y político de los criollos y los mestizos que comenzaron a ocupar también más espacios en la administración colonial.
En las últimas décadas del siglo XVIII, Nueva España estaba en bancarrota a causa de la expoliación de sus finanzas por parte de la metrópoli. Paradójicamente, fueron los miembros de la élite económica —muy golpeada por la política económica de la monarquía— los que apoyaron el golpe de Estado contra el virrey José de Iturrigaray en 1808, cuando el Ayuntamiento de México intentó ejercer la soberanía en ausencia del rey de España.

Patriotismo criollo en Nueva España y expulsión de los jesuitas

La segunda mitad del siglo XVIII fue escenario de un movimiento de reivindicación patriótica por parte de los criollos en Nueva España. Este fenómeno es una respuesta al dominio peninsular en la vida del virreinato, tanto en el campo económico, como en el político, el social y el cultural. Los protagonistas de este movimiento eran miembros del pequeño grupo de personas que tenía acceso a la educación. En la sociedad novohispana esto era posible sólo a través de los establecimientos eclesiásticos, pues la Iglesia era la única institución que prestaba este servicio. Por lo tanto, este grupo estaba integrado notablemente por religiosos.
El nacionalismo criollo de Nueva España ensalzó al virreinato frente a las afirmaciones de los peninsulares por las que se pretendía justificar el dominio español en las tierras americanas. La pugna ideológica entre España y América no era nueva, tiene su origen en la Conquista misma. Lo diferencia a aquellos primeros contactos de los hechos que tuvieron lugar durante el siglo XVIII es que son los criollos los que toman la defensa de la tierra de la que son nativos. Al hacerlo, reivindican un pasado del que se proclaman herederos por el hecho de compartir el espacio, aunque la civilización mesoamericana no es antecedente directo de la sociedad novohispana del XVIII ni son indígenas los que defienden con orgullo su historia y su territorio ancestral.
Varios de los representantes del nacionalismo criollo novohispano eran miembros de la Compañía de Jesús. En el siglo XVIII esta congregación desempeñaba una importante labor en la evangelización de los indígenas del norte del virreinato. A la par de esta obra, produjeron un conjunto de documentos que dan cuenta de pueblos que hoy se encuentran extintos. La importancia de la Compañía en la vida de Nueva España radicaba en su gran actividad a favor de la cultura, tanto a través de la educación como en la producción y difusión del conocimiento. Esta actividad le permitió establecer una red de relaciones que involucró a la Compañía en otras esferas, especialmente con miembros de la élite agrícola, comercial y minera.
A la salida de los jesuitas, fueron sus pupilos los que retomaron el impulso renovador de la Compañía. Entre ellos se puede señalar al astrólogo Antonio de León y Gama, al físico José Mariano Mociño, al filósofo Benito Díaz de Gamarra y al enciclopedista José Antonio Alzate. Un importante número de personas adheridas a la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País eran familiares, alumnos o patrocinadores de miembros de la Compañía. Esta corporación adquiere importancia en la historia novohispana porque ayudó a conservar el espíritu renovador de los jesuitas y favoreció la difusión de la Ilustración en Nueva España. A través de los miembros de este grupo, los jesuitas pudieron mantener contacto con el país del que fueron desterrados y eventualmente pudieron volver cuando la colonia accedió a su independencia. El estilo de trabajo de la Compañía de Jesús puso en alerta a varios gobiernos europeos, tanto por su apoyo al papado como por su actividad intelectual y las alianzas que habían establecido. Los jesuitas fueron expulsados de varios territorios durante la segunda mitad del siglo XVIII, incluyendo los dominios españoles por la Pragmática Sanción de 1767. Esto no sólo implicó la salida de miembros extranjeros de la congregación, sino el destierro de numerosos criollos. Algunos autores opinan que la expulsión de los jesuitas es la primera afrenta de los monarcas españoles hacia sus súbditos americanos.
Algunos de los jesuitas desterrados habían sido figuras centrales de ese movimiento intelectual que reivindicó a Nueva España frente a su metrópoli y que llegó, incluso, a proponer la necesidad de emancipar a la colonia. Uno de ellos fue Francisco Xavier Clavijero, que tuvo que publicar su Historia antigua de México en Italia y en el idioma de ese país. En esa obra Clavijero emprende una amplia defensa de América frente a Europa, comenzando por las cuestiones naturales y concluyendo con la reafirmación de todos los americanos a través de la reivindicación del pasado indígena. En este movimiento, Clavijero como otros criollos novohispanos rechaza que sus declaraciones estén influidas por otra "pasión o interés […] que el amor a la verdad y el celo por la humanidad" y asume decididamente la defensa de los indígenas, con los que no tiene lazos consanguíneos "ni podemos esperar de su miseria ninguna recompensa". La aparición de la Historia antigua de México puso a los intelectuales de Nueva España ante un pasado tan glorioso como el de la Antigüedad europea que favoreció el arraigo del sentimiento patriótico y también las reivindicaciones de igualdad de derechos entre españoles peninsulares y españoles americanos.
Las consecuencias de la expulsión de la Compañía de Jesús no se circunscribieron únicamente a cuestiones ideológicas. En varios puntos de Nueva España hubo manifestaciones de rechazo a esta medida tomada por la Corona. El virrey Carlos Francisco de Croix envió a José Gálvez con quinientos soldados a contener la oposición en ciudades como Guanajuato, San Luis de la Paz, Pátzcuaro, Uruapan, Valladolid y San Luis Potosí. En Guanajuato fueron decapitados los promotores de la oposición.

Revoluciones burguesas: Francia y Estados Unidos

Sin duda, dos movimientos marcaron la historia del final del siglo XVIII. Uno fue la Revolución francesa, y el otro, la independencia de Estados Unidos. Tanto una como la otra tenían su sustento en las ideas de la Ilustración. A su triunfo, las revoluciones en Francia y Estados Unidos proclamaron la igualdad de los hombres ante la ley y dieron amplias libertades a los ciudadanos; una categoría que nacía precisamente con el iluminismo francés. Desde luego, estas ideas no eran del todo desconocidas en las colonias españolas. Se sabe, por ejemplo, que el cura Miguel Hidalgo era simpatizante de la Ilustración, y que muchos de aquellos que participaron en la Guerra de Independencia de México conocían con mayor o menor profundidad las ideas del liberalismo.

Invasión francesa en España

Este factor fue determinante, pues el clero español sabía que si Napoleón tomaba el poder en España, al tener una ideología diferente al catolicismo, perdería el poder sobre el pueblo; por esta razón, el cura Miguel Hidalgo y Costilla junto con el padre José María Morelos y Pavón se convencieron de iniciar la lucha armada. De ese modo, el poder de Napoleón no afectaría directamente al clero de la Nueva España.
La invasión de Portugal por parte de las tropas de Napoleón en 1807 obligó la huida de la Casa de Braganza a Brasil. En España, este suceso había provocado la división de la familia real española. Instigado por Manuel Godoy, el príncipe de Asturias había planeado un complot para destituir a sus padres de la corona. Finalmente, logró que Carlos IV abdicara en su favor el 19 de marzo de 1808. Tal suceso no complació en nada a Bonaparte, que intentó forzar a Carlos IV a declarar nula su abdicación. Aunque Fernando VII intentó formar un gobierno propio y organizar España, Napoleón le condujo con engaños a Bayona, donde el 5 de mayo de 1808 lo forzó a ceder la corona a su padre, para que luego éste la entregara al francés.

Los dominios españoles en América ante la ocupación de la metrópoli.

Aunque aparentemente no hubo ningún cambio en la organización y los vínculos entre España y sus dominios ultramarinos en América, en realidad en cada una de las colonias había una discusión sobre quién era el verdadero soberano de las tierras americanas. El problema era que, nominalmente, la soberanía de los dominios españoles radicaba en el titular de la Corona de España. No había una claridad sobre la posición que se debía guardar ante la ocupación extranjera de la metrópoli. Para algunos, la opción era reconocer al gobierno francés de ocupación. Para otros, la soberanía radicaba en Fernando VII, y por lo tanto, no estaban dispuestos a reconocer a Bonaparte como soberano. Y había un tercer grupo, influenciado por las ideas de la Ilustración y la reciente independencia de Estados Unidos, para quienes la opción era la separación de las colonias de su metrópoli. Estos facciones estaban formados sobre todo por los miembros de las clases altas y medias, es decir, por españoles peninsulares, criollos y algunos mestizos —muy pocos— que habían llegado a ocupar algún cargo en la estructura de poder colonial.
En varias ciudades americanas se formaron Juntas de Gobierno, cuyo propósito fue conservar la soberanía en sustitución del legítimo rey de España y hasta que Fernando VII fuera reinstalado en el trono, entre ellas la Junta de Montevideo en 1808, la Junta Tuitiva de La Paz en 1809, o la Junta de Quito en 1809. Casi todas ellas tenían su origen en la estructura municipal, una de las instituciones de gobierno más arraigadas en el mundo hispánico, y casi todas fueron dominadas por criollos ilustrados pues en su gran mayoría los españoles peninsulares se oponían a la formación de gobiernos soberanos.
 
 

Manifestaciones culturales de la nueva españa

           
                              MANIFESTACIONES CULTURALES EN LA NUEVA   
                                                             
                                                           ESPAÑA                                          
           
                               


- El  virreinato de la nueva españa.
- Manifestaciones culturales en el virreinato.
- La educacion de nueva españa


                                EL VIRREINATO DE LA NUEVA ESPAÑA
Hernan Cortez establecio un gobierno central para la nueva España sobre las ruidas de lo que había sido Tenochtitlan, es decir, los que hoy llamamos la ciudad de Mexico.
La nueva España era el mas preciado de los virreinatos ibéricos pues ella provenia de dos terceras partes de la riqueza del imperio español. Para controlar la administración de la nueva España durante los tres siglos que duro la colonia cada rey en turno enviaba virreyes y administradores que solo le rendían cuentas a el.
              

                    MANIFESTACIONES CULTURALES EN EL VIRREINATO

 Durante el virreinato la cultura y educación en especial la educación fue de dos tipos, esta manifestación fue una de las más discriminatorias contra los indios:

* Favorable: En especial a los blancos europeos o criollos

* Desfavorable: para los mestizos indios y mestizos
El estado no estimó la educación del pueblo por lo cual de esta función se encargaba la Iglesia.
Las manifestaciones culturales fueron:

1. La religión Católica: Las principales ordenes fueron: Dominicos, Jesuitas, Agustinos, Franciscanos, y Mercedarios, se organizaron misiones en la cuales los misioneros se encargarían de evangelizar a los indios, como fruto surgieron héroes de la santidad, un ejemplo es Santa Rosa de Lima

2. El Idioma Castellano: Este fue uno de los aportes más importantes que los españoles trajeron, este fue divulgado por conocimientos, científicos, literarios y filosóficos de La Cultura Española junto al cual introdujeron el alfabeto y la escritura.
3. La Imprenta: Introducida por Antonio Ricardo, quien imprimió un catecismo el cual fue uno de los objetos impresos en Sudamérica.
LETRAS, CIENCIAS Y ARTES

4. Literatura: Fue continuación de las corrientes literarias españoles de la época, hubo escritores que prestigiaron nuestras letra, tales como: Inca Garcilaso de la Vega, Diego de Ojeda, etc.

5. Las Ciencias: Durante el siglo XVIII llegaron al Perú varias Expediciones Científicas que estudiaron, la flora, fauna y la geografía

6. Las Artes: Se expresaron en Pintura, Escultura, Arquitectura y Música
* Pintura: Realizada por pintores criollos, indios y mestizos, ha dejado una gran variedad, de gran valor, los cuales han sido guardados en templos, conventos, etc.

* Escultura: Durante el Virreinato s produjo una escultura esculpida en madera, en las cuales se tallaron gran cantidad de imágenes religiosas.


                              LA EDUCACIÓN  DE LA NUEVA ESPAÑA


Las primeras escuelas se levantaron al lado de las iglesias donde se impartía la educación popular por vocación y por mandato real, donde la jerarquía eclesiástica novo hispana tanto regular como secular organizo un sistema de instrucción en diferentes niveles. Por ello era la influencia eclesiástica alcanzaba a todos los establecimientos docentes, en los que se vigilaba la honestidad privada de los maestros y la exactitud de sus enseñanzas.
La educación elemental en el siglo XVI no equivalía a la alfabetización y la educación superior no significo el desarrollo de la investigación científica, sino más bien era una educación religiosa-filosófica-humanista. La política educativa de la metrópoli sostuvo durante muchos años la primacía de la cristianización de los aborígenes sobre cualquier otra consideración a la cual también se incorporo como objetivo adicional la castellanización.
Para el caso en particular de los criollos se interesaban por los estudios superiores como medio de afianzar su posición privilegiada y como instrumento para lograr ascensos sociales. Es por ello que la enseñanza elemental y media impartidas en escuelas primarias y en colegios de la compañía de Jesús tuvieron caracteres propios que contribuyeron a acentuar las diferencias entre el medio rural y el urbano, entre la población criolla y la de color.




la sociedad novo hispana

                                        LA SOCIEDAD NOVOHISPANA


°Castas sociales

El siglo XVII novohispano fue escenario de las mezclas raciales más inverosímiles entre blancos, indígenas y negros lo que, más allá del tono de la piel, se extendió a las costumbres y culturas, dando origen a una auténtica mezcla barroca que se manifestó en la vida cotidiana en la forma de fiestas, ritos y supersticiones, a pesar de la hegemonía de la Iglesia católica y la predominancia de los peninsulares en todos los rangos sociales y políticos. La riqueza que se experimentó al final de esa centuria en el virreinato, junto con las ideas ilustradas llegadas de Europa, detonaron el cambio hacia una nueva arquitectura social, que vio su mayor expresión a mitad del siglo XIX con el laicismo del Estado.
La época virreinal, que se inició con el siglo XVI tras la conquista española, dio origen a una especial forma de ver la vida: enmarañada, compleja y barroca. Los elementos básicos que conformaron la nueva sociedad fueron las razas que se enfrentaron en la conquista: blanca española, indígena americana, y posteriormente, negra africana. Las mezclas naturales que se dieron entre ellas, en las que se combinaban no sólo el color sino las costumbres, la cosmovisión y la idiosincrasia de cada una, llevaron a la Nueva España a experimentar un caleidoscopio social reflejado en la vida cotidiana, donde la sangre española era la que ejercía el poder civil, eclesiástico y militar.
Los tres siglos de virreinato estuvieron marcados por distinciones basadas en las diferencias raciales, que formaban una pirámide cuya base eran los indígenas, los negros y las mezclas entre estas razas. Los negros, tratados como esclavos, estaban destinados a los trabajos más ingratos, como la producción minera o azucarera. Los indígenas trabajaban las tierras y eran mano de obra en todo tipo de construcciones. Entre ambos, negros e indígenas, había una diferencia notable que radicaba en la existencia del alma que poseían sólo los segundos, y la obligación que había adquirido la corona española con el Papa, a partir del encuentro con América, de evangelizar a los naturales de los nuevos lugares que, por su parte, la máxima autoridad católica les había concedido en propiedad.
A esta sociedad tan estratificada se agregó desde la conquista un elemento más: la Iglesia católica —que comprendía al clero regular y secular—, que con el tiempo desempeñó un papel fundamental en la convivencia social novohispana, en la que representó un factor de dominio y de poder importantísimo: baste comentar que hubo dos arzobispos que fungieron igualmente como virreyes. Fue poseedora de una gran cantidad de bienes muebles e inmuebles; regía actividades de gran relevancia para la sociedad, ya que a través del Santo Oficio de la Inquisición vigilaba y sancionaba su comportamiento moral; controlaba los censos de nacimientos, casamientos y defunciones, actividades por las cuales cobraba, además de obtener el diezmo; igualmente, tenía bajo su cargo la educación, los hospitales y las misiones, que todavía en el siglo XVIII se extendían a lo largo del territorio de la Nueva España, como el lejano norte o la Sierra Gorda.
La sociedad novohispana, imbuida de misticismo y superstición entremezclados con los cambios climáticos, pestes, terremotos, epidemias e inundaciones, sumergida desde su origen en una tremenda desigualdad social, y con cotos de poder muy claros, durante el siglo XVIII vivió la repercusión de los cambios intelectuales surgidos de las ideas ilustradas provenientes de Francia e Inglaterra, principalmente. A los criollos, hijos de españoles nacidos en América, les brindó un sentimiento “nacionalista” esperanzador para obtener los puestos más altos en la política, la milicia y la Iglesia, pues hasta entonces habían estado destinados exclusivamente a españoles peninsulares.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

el proceso de evangelizacion de los indios

                        EL PROCESO DE EVANGELIZACION DE LOS INDIOS 


° La nueva españa

Durante la época colonial la educación implementada en la nueva España experimento una serie de cambios significativos que dieron pauta a una nueva forma de enseñanza en la educación novohispana.
Las finalidades educativas de los misioneros españoles principalmente era evangelizar y que ellos crecieran con fe cristiana. Primero ellos aprendían a persignarse, después el padre nuestro y concluían con los mandamientos.
Después de saber lo principal de la doctrina ya les podían enseñar a leer y escribir, todo esto también les servia para seleccionar a las personas que servirían en la iglesia por ejemplo los cantores de las iglesias.
Así muchos niños aprendían a cantar y otros a la confesión y ceremonias y para que pudieran ayudar en las misas.
Con esto mismo servían de sacristanes y ayudaban a ala misa con tanta devoción y diligencia como frailes muy concertados.
Cuando los muchachos ya sabían toda la doctrina y daban buena cuenta de ella, se despedían y los enviaban a sus casas para aprender distintos oficios.
Los varones ayudaban a sus padres en la agricultura o en los oficios que tuvieran y las muchachas para que acompañaran a sus madres y para aprender los oficios mujeriles con que han de servir a sus maridos.
Los padres tenían también que aportar para que sus hijos llevaran un buen camino, a estos se les encomendaba a sus hijos para que siempre digan la doctrina y recen las oraciones, para que no se les olvidara lo que han aprendido.
Todos los domingos eran de guardar y los muchachos tenían que ir a misa.
Para esto utilizaban distintos métodos como el uso de lenguas.
También utilizaban a los padres ya que se los encomendaban para que sus hijos practicaran la doctrina y no se les olvidara.
También en cada barrio o en cada vecindad se instituye un viejo de los más ancianos y el cual tenía el cargo de llamar y recoger a los niños.









la nueva españa

                                                          

                                                           LA NUEVA ESPAÑA

° El gobierno de hernan cortes

La Nueva España se encontraba entonces en grande agitación debido a los desmanes de Nuño Beltrán de Guzmán que había sido nombrado presidente de la primera Audiencia. Cortés tiene que hacer frente a los de dicha audiencia que le impiden la entrada a la capital. Hallándose en Tezcoco, su madre Catalina Pizarro, que había venido con él, terminó allí sus días. Un año después, se instaló una segunda Audiencia con Sebastián Ramírez de Fuenleal como presidente de la misma.
Entrado ya el año siguiente, y obedeciendo instrucciones de Carlos V, Cortés emprendió un viaje a España. Llegó al puerto de Palos y tras pasar por Sevilla, Medellín y el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, se entrevistó con el emperador en Toledo. Aunque no recobró el gobierno de la Nueva España, obtuvo al menos el título de marqués del Valle de Oaxaca, así como 22 villas y 23.000 vasallos. Casado con doña Juana de Zúñiga, hija del conde de Aguilar, regresó a México hacia mediados de 1530.
Con base en las capitulaciones que había celebrado durante su estancia en España, Cortés emprende en 1532 una serie de expediciones en el mar del Sur (océano Pacífico). A mediados de ese año envía dos naves al mando de Diego Hurtado de Mendoza, sin alcanzar resultado alguno. El propio Cortés dirige personalmente en Tehuantepec la construcción de otras naves en el astillero que allí tiene establecido. El año siguiente zarpan otras dos embarcaciones desde el puerto de Santiago en Colima. Una de ellas, al mando Juan de Grijalva, descubre las islas Revillagigedo. La otra, al frente de la cual iba Diego Becerra, tras un motín a bordo, alcanzó a llegar al extremo sur de la Baja California. Allí la mayor parte de los que iban a bordo perdieron la vida en un enfrentamiento con los indios.


 






                                    iglesia en la nueva españa
La evangelizacion en la Nueva España, también llamada por Robert Ricard conquista espiritual, fue un proceso que implicó mediante la enseñanza de la religión católica en los territorios de la Nueva España, la transmisión de la cultura occidental. La religión católica fue un elemento clave en la expansión del Imperio español y punto fundamental en su desarrollo posterior al ser la Iglesia Católica un aliado político de los españoles y los conquistadores, quienes justificaron en todo momento sus acciones expansivas en el derecho divino y la enseñanza de la fe católica para los infieles.
En el caso de la Nueva España la enseñanza de la religión fue una necesidad primordial al tener enormes núcleos de población en Mesoaméricacon un grado avanzado de desarrollo religioso, así como estados teocráticos y prácticas opuestas a principios religiosos occidentales como elsacrificio humano y la poligamia. Millones de indígenas tenían que ser adoctrinados en el catolicismo por el Imperio español para dos fines fundamentales: la salvación eterna, el Credo católico y la integración inmediata a los usos occidentales.
Por órdenes del arzobispo primado de EspañaAlonso de Fonseca y Ulloa, y a petición del gobernante novohispano Hernán Cortés, arribaron a la Nueva España en 1523 tres franciscanos, dirigidos por Pedro de Gante (pariente de Carlos I), Juan de Tecto y Juan de Aora, pertenecientes a la alta sociedad castellana. Aora y Tecto fueron llevados por Cortés a evangelizar las Hibueras, pero murieron en el trayecto. Gante, mientras tanto, siguió su labor en Nueva España, fundó hospitales y escuelas, estableció un convento y enseñó artes y oficios a los nativos. Murió en 1572, tras casi cincuenta años de labor. En 1524, llegó una nueva generación de misioneros franciscanos, quienes ocuparon un papel preponderante como defensores de los indígenas y de sus tierras, se establecieron principalmente en Michoacán y Puebla. Algunos franciscanos de relieve en Nueva España
                                                          la nueva españa


La Nueva España, que se autodefine como un "diario independiente de Asturias", es el periódico más difundido en el Principado de Asturias, de tendencia liberal, y uno de los diez periódicos con más tirada de España, se publica en Oviedo desde 1936 y es editado por la empresa Editorial Prensa Asturiana.
La redacción se encuentra en Oviedo y publica a diario seis ediciones locales que cubren el Principado de Asturias: la general de Oviedo y las específicas para GijónAviléslas Cuencas, el Occidente y el Oriente de Asturias
Comenzó a publicarse en Oviedo el 19 de diciembre de 1936 como Diario de la Falange Española de las J.O.N.S. Se estaba en plena Guerra Civily durante el asedio de Oviedo por las tropas leales al gobierno de la República Española.
El nuevo diario dispuso de las instalaciones y maquinaria que en la calle Asturias de Oviedo tenía el diario socialista Avance, que había sido dirigido por el periodista Javier Bueno. Tras el decreto de unificación por el que se fusionaban Falange y los Requetés, el periódico pasó a depender de la nueva formación política que se constituía en partido único del régimen de Francisco Franco: Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. Uno de sus fundadores, Francisco Arias de Velasco Sarandeses, lo dirigió hasta el año 1964.
Durante aquellos años del franquismo perteneció al organismo estatal Prensa del Movimiento, cumpliendo el diario las funciones de portavoz del partido único: Órgano provincial de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.
Tras la restauración de la democracia, el Estado se desprendió de sus medios de comunicación impresos, con lo que, como la mayoría de la "prensa del movimiento", fue privatizado y adquirido en 1984 mediante subasta pública por el grupo Editorial Prensa Ibérica S.A. (presidido porFrancisco Javier Moll de Miguel)

                                                la iglesia en la nueva España

La evangelización en la Nueva España, también llamada por Robert Ricard conquista espiritual, fue un proceso que implicó mediante la enseñanza de la religión católica en los territorios de la Nueva España, la transmisión de la cultura occidental. La religión católica fue un elemento clave en la expansión del Imperio español y punto fundamental en su desarrollo posterior al ser la Iglesia Católica un aliado político de los españoles y los conquistadores, quienes justificaron en todo momento sus acciones expansivas en el derecho divino y la enseñanza de la fe católica para los infieles.
Por órdenes del arzobispo primado de EspañaAlonso de Fonseca y Ulloa, y a petición del gobernante novohispano Hernán Cortés, arribaron a la Nueva España en 1523 tres franciscanos, dirigidos por Pedro de Gante (pariente de Carlos I), Juan de Tecto y Juan de Aora, pertenecientes a la alta sociedad castellana. Aora y Tecto fueron llevados por Cortés a evangelizar las Hibueras, pero murieron en el trayecto. Gante, mientras tanto, siguió su labor en Nueva España, fundó hospitales y escuelas, estableció un convento y enseñó artes y oficios a los nativos. Murió en 1572, tras casi cincuenta años de labor. En 1524, llegó una nueva generación de misioneros franciscanos, quienes ocuparon un papel preponderante como defensores de los indígenas y de sus tierras, se establecieron principalmente en Michoacán y Puebla. Algunos franciscanos de relieve en Nueva España .

España poseía a principios del siglo XVI aún el llamado espíritu de Reconquista para combatir a los infieles y la creencia en un plan divino para llevar el evangelio, la verdadera fe y la civilización a todos los rincones de la tierra, según las enseñanzas de Jesucristo, justificación ideológica adecuada para las acciones del primer imperio capitalista de la historia de la humanidad.
Carlos V y Felipe II Fueron los principales impulsores de este proceso que tuvo como protagonistas principales a los frailes de las llamadasórdenes mendicantes, las cuales además de atender las carencias espirituales indígenas con notables soluciones y métodos -que incluyeron esfuerzos importantes en arquitecturapinturamúsicateatro, traducción de textos y aprendizaje de lenguas indígenas- intentaron implementar entre las cantidades ingentes de indígenas mesoamericanos el estilo de vida europeo con alfabetización, enseñanza de artes y oficios, modos degobierno y organización civil, leyesurbanización occidental y la construcción de edificios de diversa índole


                                         reformas borbonicas


Las Reformas borbónicas fueron los cambios introducidos por los monarcas de la dinastía borbónica de la Corona Española  Felipe V de España  ,Fernando VI y, especialmente Carlos III  durante el siglo XVIII, en materias económicas, políticas y administrativas, aplicadas en el territorio peninsular y en sus posesiones ultramarinas en América y las Filipinas. Estas reformas de la dinastía borbónica estaban inspiradas en la Ilustración y, sobre todo, se enmarcaban dentro del nuevo poder de las elites locales y aumentaban el control directo de la burocracia imperial sobre la vida económica.
Una de las principales instituciones afectadas por el despotismo ilustrado español fue la Iglesia Católica, ya que la Corona pretendió afirmar el poder secular sobre el religioso. Esto incluía la restricción de los privilegios y exoneraciones fiscales que gozaban las órdenes religiosas. Fueron los jesuitas los que más se opusieron al proyecto centralizador de los borbones, por lo que fueron expulsados de España y sus posesiones ultramarinas en 1767. En este año, Carlos III decretó la expulsión de la Compañía de Jesús. Las reformas borbónicas llegaron del exterior, concretamente de la corte imperial de Madrid; llegaron de fuera como llegó la conquista en el siglo XVI
La medida que mayores desajustes provocó en la Nueva España fue la real cédula de 1804 sobre la enajenación de bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas, que desató reacciones violentas en contra del gobierno español. Esto se debió a que, con excepción de los comerciantes más ricos, aquella disposición afectó a los principales sectores productivos del virreinato (agricultura, minería, manufacturas y pequeño comercio), y en particular a los agricultores, pues la mayoría de los ranchos y haciendas estaban gravados con hipotecas y censos eclesiásticos, que los propietarios se vieron obligados a cubrir un plazo corto.