viernes, 1 de febrero de 2013

mexico de 1821 a1824


 
                        MÉXICO DE 1821 A 1824


México Independiente es el nombre con el que se conoce a la etapa de la historia de México que se desarrolló entre la Consumación de la Independencia de México en 1821 hasta 1854.
El 17 de noviembre de 1821 el gobierno provisional de la república expidió un decreto en el que convocaba a elecciones de diputados para el Congreso, que comenzó sus sesiones el 24 de febrero de 1822. Se llegó al acuerdo de establecer la religión católica como oficial y única tolerada, y de dividir el gobierno en tres poderes; sin embargo, los diputados se dividían en republicanos y monárquicos, y entre los últimos existían dos facciones: iturbidistas, partidarios de Agustín de Iturbide, y borbonistas, deseosos de ser gobernados por un príncipe español.

El 18 de mayo de 1822 el sargento Pío Marcha encabezó una rebelión cuyo fin era llevar a Iturbide a la corona imperial. El Congreso, presionado, decidió aceptar la propuesta y coronó a Iturbide como Agustín I el 21 de julio.Sin embargo, el poder legislativo ya tenía serios problemas con el emperador, quien mandó disolverlo el 31 de octubre. Iturbide era ahora monarca absoluto, lo que aunado a la pésima situación socioeconómica del país le granjeó serios enemigos, como los viejos insurgentes.

El 1 de febrero de 1823 Antonio López de Santa Anna lanzó el Plan de Casa Mata que desconocía a Iturbide. Las tropas imperiales del general José Antonio de Echávarri, aunque eran superiores a los rebeldes, decidieron pactar con ellos. Iturbide abdicó el 19 de marzo de 1823 y se exilió, aunque volvió un año más tarde y el Congreso lo sentenció a morir fusilado.

Un nuevo gobierno encabezado por Pedro Celestino NegreteGuadalupe Victoria y Nicolás Bravo se encargó de lanzar la convocatoria al Congreso Constituyente, cuyos trabajos iniciaron el 7 de noviembre con 99 diputados. El federalismo y el centralismo eran las principales posturas políticas, defendidas por Miguel Ramos Arizpe y Lucas Alamán, respectivamente. La Constitución del 4 de octubre de 1824 consagraba el federalismo, la división de poderes, la religión católica, los fueros clericales y militares y las garantías individuales.





virrey, firmó la aceptación de laINDEPENDENCIA DE MÉXICO. Y el 28 deseptiembre se nombró el primer gobiernoindependiente.

Agustín de Iturbide se coronó como primer emperador de México. Esto sucedió el 21de julio 1822. Sólo duro once meses sugobierno. El 11 de mayo de 1823 seembarcó con su familia a Italia. Regreso aMéxico y fue fusilado el 1824


                         EL MÉXICO INDEPENDIENTE

                                 DEL IMPERIO ALA REPÚBLICA


El Imperio Mexicano fue un Estado independiente que nació como resultado del movimiento independentista de Nueva España. México fue la única nación independizada de España que adoptó un régimen monárquico después de su independencia. El período histórico del Primer Imperio mexicano comprende de la firma de los Tratados de Córdoba en 1821 hasta la proclamación de la República federal en 1823. En 1863 se estableció un Segundo Imperio Mexicano.El territorio del Imperio Mexicano correspondió al antiguo virreinato de Nueva España con excepción de las capitanías generales de Cuba,Santo Domingo y Filipinas. Las provincias de la Capitanía General de Guatemala se anexaron después al Imperio mexicano.El primer y único monarca de este estado fue Agustín de Iturbide, con el nombre de Agustín I de México.La Guerra de independencia de México duró once años y distaba mucho de ser un movimiento homogéneo. Su propósito inicial era apoyar el regreso de Fernando VII como rey de España contra la invasión francesa, aunque después José María Morelos y Pavón y el resto de los caudillos insurgentes tomaron como causa la independencia total de Nueva España. La reacción española sofocó el ímpetu bélico de los primeros años, después de la ejecución de Morelos los insurgentes resistieron como guerrillas confinadas en pequeños territorios. Agustín de Iturbide se convirtió en el representante de una élite que vio amenazados sus intereses con la adopción de la Constitución de Cádiz. En vista de ello, decidieron pactar con los insurgentes y apoyar la separación de Nueva España.En la ciudad de Córdoba se reunieron Agustín de Iturbide, jefe del Ejército Trigarante, y el último virrey que recién llegaba de España, Juan O´Donojú, se encontraron para firmar la independencia de la colonia. El 24 de agosto de 1821, ambos personajes se reunieron en el Portal de Zevallos y firmaron los puntos denominados Tratados de Córdoba, en los que se reconocía la independencia y la soberanía del territorio que antes representaba la Nueva España. La frase célebre de aquel encuentro es Supuesta la buena fe y armonía con la que nos conducimos en este negocio; creo que será muy fácil cosa que desatemos el nudo sin romperlo, dicha por Agustín de Iturbide.Después de consumarse la independencia de México por medio del Plan de las Tres Garantías, la forma acordada de la organización de la naciente nación sería una monarquía constitucional, por lo que se funda el así llamado Imperio Mexicano, a la cabeza del cual queda el General Agustín de Iturbide. Agustín de Iturbide fue electo unánimemente Presidente de la Junta y luego Presidente de la Regencia del Imperio, pero por ser incompatible con el mando del ejército, y considerándose que debía conservar este último, se le nombró Generalísimo de las armas del imperio de mar y tierra. Después de la entrada del Ejército Trigarante, se disolvió el gobierno virreinal, y las fortalezas de Acapulco y Perote expresaron su rendición

MÉXICO DE 1810 A 1910

          
                          MÉXICO DE 1810 A 1910

El Plan de Iguala, el bando que acusó de hereje a don Miguel Hidalgo ante el Tribunal de la Santa Inquisición y la renuncia de Porfirio Díaz a la Presidencia del país el 25 de mayo de 1911, son algunos de los temas que aborda la muestra “México 1810-1910-2010”, que se exhibe a partir de hoy en el Museo Soumaya. Con esta colectiva el espacio museístico se suma a las conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución mexicanas, a través de 184 piezas originales de la Fundación Carlos Slim, entre las que destacan óleos, monedas, vestuario, fotografías, objetos en cerámica, así como impresos y documentos de la cultura mexicana. 
El curador de la muestra, Héctor Palhares, comentó a Notimex que “se trata de un recorrido histórico, donde la letra y la imagen se hacen cómplices para develar nuestro pasado y resignificarlo con plenitud en el presente”. 
Una nueva forma de pensarnos como nación en los albores del Bicentenario del inicio de la Independencia y el Centenario de la Revolución es a través de la tradición, de la cultura popular, del colorido y de la música de nuestra tierra, de los muchos símbolos que dan cuenta del ser mexicano. 
El filósofo Antonio Caso apuntaba: “Volved los ojos al suelo de México, a los hombres de México, a nuestras costumbres y nuestras tradiciones, a nuestras esperanzas y nuestros anhelos, a lo que somos en verdad”. 
En esta coyuntura de hechos históricos, explicó Palhares, los cromos para calendario del Museo Soumaya y los documentos del Centro de Estudios de Historia de México CARSO, son portavoces de los grandes temas de la mexicanidad en la presente muestra. 
“El proyecto fundamental de esta exposición, más que recordar a estos héroes, es insertarlos en un dimensión humana, rescatarlos y desacralizarlos en la historia de bronce y traerlos a un contexto mucho más personal”, señaló.
La muestra, que estará abierta al público hasta febrero del 2011, se divide en cinco núcleos temáticos: “La patria y sus símbolos”, “La Revolución”, “Costumbrismo y tradición”, “La pantalla grande” y “El Centenario”.
En este último núcleo se aprecian documentos y obras sobre las fiestas del Centenario, todo aquello que implicó el festejo con 10 años de planeación, un proyecto con el que Porfirio Díaz buscó celebrar los 100 primeros años de la Independencia de México. 
En esta sección se encuentra todo un marco de festejos, de construcciones, monumentos, “un proyecto que se hizo al lado de creadores de la talla de Federico Gamboa”. 
“La patria y sus símbolos” es el escenario donde convergen los valores patrióticos que dieron sentido e identidad exaltados a través de la bandera, los héroes y próceres de la Independencia y de la Revolución.
El Himno Nacional Mexicano, documentos de libertad y democracia como el Plan de Iguala, el Plan de San Luis y el Plan de Ayala, amén de las firmas y grafías de los hombres y las mujeres que forjaron nuestra nación. 
Muchos de los cromos que integran este núcleo fueron divulgados por las compañías litográficas La Enseñanza Objetiva y Galas de México, entre los años 30 y 70 del siglo pasado, en libros de texto, calendarios e imágenes publicitarias que determinaron nuestro imaginario nacional. 
“Encontramos pinturas e impresos de calendario que tienen como tema central a la mujer y a la bandera; esta mujer que canta la gloria, a los soldados caídos en combate, un concepto que siempre estuvo presente en los años 60”, señaló. 
El núcleo “La pantalla grande” exhibe la era dorada del cine nacional, bajo la directriz de importantes creadores como Emilio “El Indio” Fernández, Ismael Rodríguez y el cinefotógrafo Gabriel Figueroa. 
Estos personajes conformaron buena parte de los principales arquetipos de lo mexicano: el charro y la adelita, el galán y la diva, el mundo de la alta sociedad y el de las vecindades en la gran urbe. 
Rostros ante la cámara que se eternizaron en el sentir popular: Pedro Infante, Pedro Armendáriz, Dolores Del Río, María Félix y Jorge Negrete, entre otros. 
A través de óleos y abanicos de papel se encuentra a las estrellas de la pantalla grande.
Otro de los núcleos es “La Revolución”, sala en la que destacan diversos documentos, como el Plan de Ayala firmado por Emiliano Zapata, el Plan de San Luis de Francisco I. Madero, con el que inicia la Revolución, también el telegrama que envió Venustiano Carranza a Pancho Villa nombrándolo general de división, así como fotografías del Archivo Casasola.
“Costumbrismo y tradición” presenta el carácter festivo de México como la música, el vestuario, el folklore y las imágenes del jarabe tapatío, de la “china poblana”, todo un concepto de mexicanidad. 
La voz de la guitarra y del mariachi dialogan con las fiestas populares, donde el color de la indumentaria y los olores y sabores de los mercados dan cuenta de la cultura nacional. 
Obras de Jorge González Camarena, Eduardo Cataño, Luis Améndolla y otros pintores de cromos para calendario, en las que el folclor define la riqueza y variedad de tradiciones, conviven con billetes de lotería, otra modalidad de gran arraigo. 

independencia de mexico



                                                 INDEPENDENCIA DE MÉXICO


                                                                          FASES DE LA CONSUMACIÓN

Después de la muerte de Don José María Morelos y Pavón en 1815, el movimiento insurgente empezó a decaer, ya que los diversos grupos que luchaban por la independencia 
se habían dividido, y el gobierno virreinal, presidido por el 
General Félix María Calleja, ofreció indultos a los principales 

líderes insurgentes, y a los que no aceptaron el perdón, los 
persiguió hasta acabarlos o meterlos en prisión, además de 
que, de los pocos jefes insurgentes que quedaban en pie de 
lucha, ninguno tenía la capacidad ni el carisma, para tomar 
el mando del resto de los luchadores por la Independencia.

De los que sobrevivían en 1815, el que tenía más méritos, era Manuel Mier y Terán, quien tenía capacidad militar, 
y el concepto de que no era necesario escribir leyes, ya que 
La Consumación de la 
Independencia 
la Nueva España todavía era colonia de España. Por su parte, el Coronel Mier y Terán armó y disciplinó a sus tropas, y 
estableció su cuartel en el Cerro Colorado, lugar localizado 

en el cruce de los caminos entre Puebla, Veracruz y Oaxaca, 
en donde se mantuvo por más de dos años, hasta que, a 
principios de 1817, fue acorralado y vencido.

Una vez derrotado Mier y Terán, el Virrey Juan Ruiz de 
Apodaca (1816-1821), tenía la seguridad de que el territorio 
de la Nueva España estaba completamente pacificado, pues 

sólo quedaban algunas pequeñas zonas, donde había grupos de insurgentes que actuaban, más como bandoleros que 
como libertadores, como era el caso de los independentistas 

del Sur (actual estado de Guerrero), Veracruz y Guanajuato.
Sin embargo, el 15 de abril de 1817, un joven español 
llamado Francisco Xavier Mina, despertó y dio un nuevo im
pulso al movimiento insurgente. Mina era de ideas liberales y 
defendía la Constitución de Cádiz. Perseguido por los monarquistas, sale de España para refugiarse en Francia y después 
pasa a Inglaterra, donde conoce al mexicano Fray Servando 
Teresa de Mier, quien lo convence de que viaje a México, para 
luchar contra el absolutismo, argumentando que la lucha era 
válida, ya fuera en España o en las colonias.
Mina consiguió créditos, armas y voluntarios, y se 
fue a los Estados Unidos, parte de ahí pasar a la Nueva .

España, desembarcando en Soto la Marina, en las costas 
de Nueva Santander (actual estado de Tamaulipas), con 
300 aventureros. De inmediato, las tropas realistas salen 

a combatir a los aventureros, a quienes derrotan. Mina y 
sus hombres pasan a San Luis Potosí, luego a Zacatecas 
y después a Guanajuato, donde se unen a las fuerzas de 

Pedro Moreno.
Los realistas mandan a Pascual Liñán a combatirlo, 

quien derrota a Mina y a Moreno, en el Cerro del Sombrero, 
a mediados de agosto de 1817, y posteriormente los derrota 
nuevamente en el Cerro de los Remedios. Pedro Moreno murió en combate y Mina fue apresado y más tarde fusilado, el 
11 de noviembre de 1817.

Cuando se creía que el movimiento insurgente estaba 
terminado, surgió la figura de un luchador indomable, resistente al hambre, al frío y al calor, conocedor de las montañas 

del sur y que desde 1810, se había unido a los insurgentes; 
su nombre: Vicente Guerrero... invencible en su territorio y 
limitado fuera de él.






























miércoles, 28 de noviembre de 2012

Independencia de mexico y antecedentes

            Independencia de México

 
 
La independencia de mexico fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto por la vía de las armas, que puso fin al dominio español en los territorios de Nueva España. La guerra por la independencia mexicana se extendió desde el Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, hasta la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821.
El movimiento independentista mexicano tiene como marco la Ilustración y las revoluciones liberales de la última parte del siglo XVIII. Por esa época la élite ilustrada comenzaba a reflexionar acerca de las relaciones de España con sus colonias. Los cambios en la estructura social y política derivados de las reformas borbónicas, a los que se sumó una profunda crisis económica en Nueva España, también generaron un malestar entre algunos segmentos de la población.
La ocupación francesa de la metrópoli en 1808 desencadenó en Nueva España una crisis política que desembocó en el movimiento armado. En ese año, el rey Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, que dejó la corona de España a su hermano José Bonaparte. Como respuesta, el ayuntamiento de México —con apoyo del virrey José de Iturrigaray— reclamó la soberanía en ausencia del rey legítimo; la reacción condujo a un golpe de Estado contra el virrey y llevó a la cárcel a los cabecillas del movimiento.
A pesar de la derrota de los criollos en la Ciudad de México en 1808, en otras ciudades de Nueva España se reunieron pequeños grupos de conjurados que pretendieron seguir los pasos del ayuntamiento de México. Tal fue el caso de la conjura de Valladolid, descubierta en 1809 y cuyos participantes fueron puestos en prisión. En 1810, los conspiradores de Querétaro estuvieron a punto de correr la misma suerte pero, al verse descubiertos, optaron por tomar las armas el 16 de septiembre en compañía de los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de Dolores (Guanajuato), convocados por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
A partir de 1810, el movimiento independentista pasó por varias etapas, pues los sucesivos líderes fueron puestos en prisión o ejecutados por las fuerzas leales a España. Al principio se reivindicaba la soberanía de Fernando VII sobre España y sus colonias, pero los líderes asumieron después posturas más radicales, incluyendo cuestiones de orden social como la abolición de la esclavitud. José María Morelos y Pavón convocó a las provincias independentistas a conformar el Congreso de Anáhuac, que dotó al movimiento insurgente de un marco legal propio. Tras la derrota de Morelos, el movimiento se redujo a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz.
La rehabilitación de la Constitución de Cádiz en 1820 alentó el cambio de postura de las élites novohispanas, que hasta ahí habían respaldado el dominio español. Al ver afectados sus intereses, los criollos monarquistas decidieron apoyar la independencia de Nueva España, para lo cual buscaron aliarse con la resistencia insurgente. Agustín de Iturbide dirigió el brazo militar de los conspiradores, y a principios de 1821 pudo encontrarse con Vicente Guerrero. Ambos proclamaron el Plan de Iguala, que convocó a la unión de todas las facciones insurgentes y contó con el apoyo de la aristocracia y el clero de Nueva España. Finalmente, la independencia de México se consumó el 27 de septiembre de 1821.
Tras esto, Nueva España se convirtió en el Imperio Mexicano, una efímera monarquía católica que dio paso a una república federal en 1823, entre conflictos internos y la separación de América Central.
Después de algunos intentos de reconquista, incluyendo la expedición de Isidro Barradas en 1829, España reconoció la independencia de México en 1836, tras el fallecimiento del monarca Fernando VII.
 
                                               Antecedentes
 
    Los antecedentes de la independencia de México pueden clasificarse en dos grandes grupos. Por un lado, los externos, es decir, sucesos que no ocurrieron directamente en Nueva España pero afectaron a su estabilidad. En este grupo se encuentra la Revolución Francesa, que trajo al virreinato los ideales de libertad de los revolucionarios franceses anti absolutistas, y la independencia de las trece colonias de Norteamérica, que fue un ejemplo de que en América era posible vencer al colonialismo europeo.
Por otro lado los internos, en Nueva España el descontento hacia la dominación ibérica era generalizado. Durante tres siglos los nativos habían vivido oprimidos por los españoles, y además las principales oficinas del gobierno y la Iglesia eran ocupadas únicamente por españoles. Tal descontento motivó muchas revueltas contra los españoles, las cuales fueron fácilmente sofocadas. Las más conocidas son la de Martín Cortés (1565), Yanga (1608), los motines en la Ciudad de México (1692), Canek (1761) y la rebelión de los machetes (1698). Con este panorama es como se llegó a 1808, en el pleno ocaso de la Nueva España.

Situación económica y social del virreinato de Nueva España

La sociedad novohispana estaba dividida en varios estratos, cuya posición estaba condicionada por cuestiones de orden económico, cultural y político. Una de ellas era su papel respecto a la posesión de los bienes económicos. Había un grupo muy pequeño de personas que controlaban la mayor parte de la riqueza, mientras que la gran parte de la población era pobre. Los pueblos indígenas debían pagar un tributo al gobierno y estaban sujetos a un régimen de autoridad que, por ambiguo, provocaba numerosos enfrentamientos entre españoles peninsulares, criollos y mestizos. Muchos de estos enfrentamientos tenían relación con cuestiones agrarias, como por ejemplo la tenencia de la tierra y el control del agua. A lo largo de los tres siglos de dominio español hubieron varios estallidos sociales en la Nueva España, entre ellos la rebelión de los pericúes de 1734 a 1737 en Vieja California, la rebelión de 1761 de los mayas, encabezada por Jacinto Canek[4] y las rebeliones de los seris y los pimas en Sonora a lo largo de todo el siglo XVIII.
Como un corolario de los múltiples orígenes de la población de Nueva España surgió el sistema de "castas". Estos grupos estaban caracterizados por el origen racial de sus integrantes, encontrándose en la cúspide los españoles, y entre ellos, los europeos. La combinación entre españoles, indígenas y africanos dio como resultado un número de grupos cuya posición estaba determinada por la cantidad de sangre española que poseían. El sistema aspiraba a mantener la supremacía de la sangre española, y aunque nunca tuvo base legal, no siendo más que una nomenclatura aceptada, reflejó la división y la exclusión existente en la Nueva España, donde los grupos no españoles ocupaban un lugar marginal en el sistema social.
El pilar de la economía colonial de Nueva España era la minería, particularmente la explotación de oro y plata. Durante el siglo XVIII la producción minera vivió una de sus mejores épocas. Como resultado, la producción de oro y plata se triplicó en el período de 1740 a 1803. La bonanza era tan grande, que la mina llamada La Valenciana, en el estado de Guanajuato, llegó a ser considerada la operación minera de plata más importante del mundo. Al finalizar el siglo XVIII, Nueva España producía más de 2 500 000 de marcos de plata, y sus principales regiones mineras eran Guanajuato, Zacatecas y el norte de la intendencia de México. La importancia de la minería para la economía novohispana era tal que Carlos III reconoció al Cuerpo de Minería de Nueva España en 1776; un poco más tarde, permitió el establecimiento del Real Tribunal de Minería, así como también del Colegio de Minería.
El apogeo de la explotación minera favoreció el desarrollo de otras actividades económicas, particularmente el comercio y la agricultura. Por ejemplo, la creciente importancia de Guadalajara y El Bajío se debía a su relación con los minerales de Zacatecas y Guanajuato. Dado que la exportación de plata y oro constituía el nodo de la economía novohispana, en torno a esta actividad creció un complejo sistema que consolidó al grupo de comerciantes peninsulares, pero que también permitió la ascensión de un poderoso grupo criollo. Este grupo estaba concentrado en los consulados de México y Guadalajara, que constituyeron la pieza fundamental en la circulación de capitales en el territorio novohispano. El poder económico de los consulados respaldaba su capacidad de representación política, gestión y cabildeo.
La economía novohispana entró en crisis a final del siglo XVIII, período que coincide con las reformas borbónicas adoptadas por la Corona. Las reformas tenían por objeto modernizar la administración de las colonias y hacer más rentable la explotación de sus recursos, porque en Nueva España había una escasez de capitales en circulación debida al monopolio sobre la plata ejercido por los comerciantes y por la propia política financiera de la metrópoli. Una parte importante de las rentas derivadas de la explotación de las colonias no llegaba a las arcas reales, repartiéndose entre distintas corporaciones de acuerdo con los arreglos antiguos entre la Corona y estos grupos. Ciertamente, la reforma afectó los intereses de las clases más privilegiadas. Al establecerse además el libre comercio entre las colonias, creció el poder económico y político de los criollos y los mestizos que comenzaron a ocupar también más espacios en la administración colonial.
En las últimas décadas del siglo XVIII, Nueva España estaba en bancarrota a causa de la expoliación de sus finanzas por parte de la metrópoli. Paradójicamente, fueron los miembros de la élite económica —muy golpeada por la política económica de la monarquía— los que apoyaron el golpe de Estado contra el virrey José de Iturrigaray en 1808, cuando el Ayuntamiento de México intentó ejercer la soberanía en ausencia del rey de España.

Patriotismo criollo en Nueva España y expulsión de los jesuitas

La segunda mitad del siglo XVIII fue escenario de un movimiento de reivindicación patriótica por parte de los criollos en Nueva España. Este fenómeno es una respuesta al dominio peninsular en la vida del virreinato, tanto en el campo económico, como en el político, el social y el cultural. Los protagonistas de este movimiento eran miembros del pequeño grupo de personas que tenía acceso a la educación. En la sociedad novohispana esto era posible sólo a través de los establecimientos eclesiásticos, pues la Iglesia era la única institución que prestaba este servicio. Por lo tanto, este grupo estaba integrado notablemente por religiosos.
El nacionalismo criollo de Nueva España ensalzó al virreinato frente a las afirmaciones de los peninsulares por las que se pretendía justificar el dominio español en las tierras americanas. La pugna ideológica entre España y América no era nueva, tiene su origen en la Conquista misma. Lo diferencia a aquellos primeros contactos de los hechos que tuvieron lugar durante el siglo XVIII es que son los criollos los que toman la defensa de la tierra de la que son nativos. Al hacerlo, reivindican un pasado del que se proclaman herederos por el hecho de compartir el espacio, aunque la civilización mesoamericana no es antecedente directo de la sociedad novohispana del XVIII ni son indígenas los que defienden con orgullo su historia y su territorio ancestral.
Varios de los representantes del nacionalismo criollo novohispano eran miembros de la Compañía de Jesús. En el siglo XVIII esta congregación desempeñaba una importante labor en la evangelización de los indígenas del norte del virreinato. A la par de esta obra, produjeron un conjunto de documentos que dan cuenta de pueblos que hoy se encuentran extintos. La importancia de la Compañía en la vida de Nueva España radicaba en su gran actividad a favor de la cultura, tanto a través de la educación como en la producción y difusión del conocimiento. Esta actividad le permitió establecer una red de relaciones que involucró a la Compañía en otras esferas, especialmente con miembros de la élite agrícola, comercial y minera.
A la salida de los jesuitas, fueron sus pupilos los que retomaron el impulso renovador de la Compañía. Entre ellos se puede señalar al astrólogo Antonio de León y Gama, al físico José Mariano Mociño, al filósofo Benito Díaz de Gamarra y al enciclopedista José Antonio Alzate. Un importante número de personas adheridas a la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País eran familiares, alumnos o patrocinadores de miembros de la Compañía. Esta corporación adquiere importancia en la historia novohispana porque ayudó a conservar el espíritu renovador de los jesuitas y favoreció la difusión de la Ilustración en Nueva España. A través de los miembros de este grupo, los jesuitas pudieron mantener contacto con el país del que fueron desterrados y eventualmente pudieron volver cuando la colonia accedió a su independencia. El estilo de trabajo de la Compañía de Jesús puso en alerta a varios gobiernos europeos, tanto por su apoyo al papado como por su actividad intelectual y las alianzas que habían establecido. Los jesuitas fueron expulsados de varios territorios durante la segunda mitad del siglo XVIII, incluyendo los dominios españoles por la Pragmática Sanción de 1767. Esto no sólo implicó la salida de miembros extranjeros de la congregación, sino el destierro de numerosos criollos. Algunos autores opinan que la expulsión de los jesuitas es la primera afrenta de los monarcas españoles hacia sus súbditos americanos.
Algunos de los jesuitas desterrados habían sido figuras centrales de ese movimiento intelectual que reivindicó a Nueva España frente a su metrópoli y que llegó, incluso, a proponer la necesidad de emancipar a la colonia. Uno de ellos fue Francisco Xavier Clavijero, que tuvo que publicar su Historia antigua de México en Italia y en el idioma de ese país. En esa obra Clavijero emprende una amplia defensa de América frente a Europa, comenzando por las cuestiones naturales y concluyendo con la reafirmación de todos los americanos a través de la reivindicación del pasado indígena. En este movimiento, Clavijero como otros criollos novohispanos rechaza que sus declaraciones estén influidas por otra "pasión o interés […] que el amor a la verdad y el celo por la humanidad" y asume decididamente la defensa de los indígenas, con los que no tiene lazos consanguíneos "ni podemos esperar de su miseria ninguna recompensa". La aparición de la Historia antigua de México puso a los intelectuales de Nueva España ante un pasado tan glorioso como el de la Antigüedad europea que favoreció el arraigo del sentimiento patriótico y también las reivindicaciones de igualdad de derechos entre españoles peninsulares y españoles americanos.
Las consecuencias de la expulsión de la Compañía de Jesús no se circunscribieron únicamente a cuestiones ideológicas. En varios puntos de Nueva España hubo manifestaciones de rechazo a esta medida tomada por la Corona. El virrey Carlos Francisco de Croix envió a José Gálvez con quinientos soldados a contener la oposición en ciudades como Guanajuato, San Luis de la Paz, Pátzcuaro, Uruapan, Valladolid y San Luis Potosí. En Guanajuato fueron decapitados los promotores de la oposición.

Revoluciones burguesas: Francia y Estados Unidos

Sin duda, dos movimientos marcaron la historia del final del siglo XVIII. Uno fue la Revolución francesa, y el otro, la independencia de Estados Unidos. Tanto una como la otra tenían su sustento en las ideas de la Ilustración. A su triunfo, las revoluciones en Francia y Estados Unidos proclamaron la igualdad de los hombres ante la ley y dieron amplias libertades a los ciudadanos; una categoría que nacía precisamente con el iluminismo francés. Desde luego, estas ideas no eran del todo desconocidas en las colonias españolas. Se sabe, por ejemplo, que el cura Miguel Hidalgo era simpatizante de la Ilustración, y que muchos de aquellos que participaron en la Guerra de Independencia de México conocían con mayor o menor profundidad las ideas del liberalismo.

Invasión francesa en España

Este factor fue determinante, pues el clero español sabía que si Napoleón tomaba el poder en España, al tener una ideología diferente al catolicismo, perdería el poder sobre el pueblo; por esta razón, el cura Miguel Hidalgo y Costilla junto con el padre José María Morelos y Pavón se convencieron de iniciar la lucha armada. De ese modo, el poder de Napoleón no afectaría directamente al clero de la Nueva España.
La invasión de Portugal por parte de las tropas de Napoleón en 1807 obligó la huida de la Casa de Braganza a Brasil. En España, este suceso había provocado la división de la familia real española. Instigado por Manuel Godoy, el príncipe de Asturias había planeado un complot para destituir a sus padres de la corona. Finalmente, logró que Carlos IV abdicara en su favor el 19 de marzo de 1808. Tal suceso no complació en nada a Bonaparte, que intentó forzar a Carlos IV a declarar nula su abdicación. Aunque Fernando VII intentó formar un gobierno propio y organizar España, Napoleón le condujo con engaños a Bayona, donde el 5 de mayo de 1808 lo forzó a ceder la corona a su padre, para que luego éste la entregara al francés.

Los dominios españoles en América ante la ocupación de la metrópoli.

Aunque aparentemente no hubo ningún cambio en la organización y los vínculos entre España y sus dominios ultramarinos en América, en realidad en cada una de las colonias había una discusión sobre quién era el verdadero soberano de las tierras americanas. El problema era que, nominalmente, la soberanía de los dominios españoles radicaba en el titular de la Corona de España. No había una claridad sobre la posición que se debía guardar ante la ocupación extranjera de la metrópoli. Para algunos, la opción era reconocer al gobierno francés de ocupación. Para otros, la soberanía radicaba en Fernando VII, y por lo tanto, no estaban dispuestos a reconocer a Bonaparte como soberano. Y había un tercer grupo, influenciado por las ideas de la Ilustración y la reciente independencia de Estados Unidos, para quienes la opción era la separación de las colonias de su metrópoli. Estos facciones estaban formados sobre todo por los miembros de las clases altas y medias, es decir, por españoles peninsulares, criollos y algunos mestizos —muy pocos— que habían llegado a ocupar algún cargo en la estructura de poder colonial.
En varias ciudades americanas se formaron Juntas de Gobierno, cuyo propósito fue conservar la soberanía en sustitución del legítimo rey de España y hasta que Fernando VII fuera reinstalado en el trono, entre ellas la Junta de Montevideo en 1808, la Junta Tuitiva de La Paz en 1809, o la Junta de Quito en 1809. Casi todas ellas tenían su origen en la estructura municipal, una de las instituciones de gobierno más arraigadas en el mundo hispánico, y casi todas fueron dominadas por criollos ilustrados pues en su gran mayoría los españoles peninsulares se oponían a la formación de gobiernos soberanos.
 
 

Manifestaciones culturales de la nueva españa

           
                              MANIFESTACIONES CULTURALES EN LA NUEVA   
                                                             
                                                           ESPAÑA                                          
           
                               


- El  virreinato de la nueva españa.
- Manifestaciones culturales en el virreinato.
- La educacion de nueva españa


                                EL VIRREINATO DE LA NUEVA ESPAÑA
Hernan Cortez establecio un gobierno central para la nueva España sobre las ruidas de lo que había sido Tenochtitlan, es decir, los que hoy llamamos la ciudad de Mexico.
La nueva España era el mas preciado de los virreinatos ibéricos pues ella provenia de dos terceras partes de la riqueza del imperio español. Para controlar la administración de la nueva España durante los tres siglos que duro la colonia cada rey en turno enviaba virreyes y administradores que solo le rendían cuentas a el.
              

                    MANIFESTACIONES CULTURALES EN EL VIRREINATO

 Durante el virreinato la cultura y educación en especial la educación fue de dos tipos, esta manifestación fue una de las más discriminatorias contra los indios:

* Favorable: En especial a los blancos europeos o criollos

* Desfavorable: para los mestizos indios y mestizos
El estado no estimó la educación del pueblo por lo cual de esta función se encargaba la Iglesia.
Las manifestaciones culturales fueron:

1. La religión Católica: Las principales ordenes fueron: Dominicos, Jesuitas, Agustinos, Franciscanos, y Mercedarios, se organizaron misiones en la cuales los misioneros se encargarían de evangelizar a los indios, como fruto surgieron héroes de la santidad, un ejemplo es Santa Rosa de Lima

2. El Idioma Castellano: Este fue uno de los aportes más importantes que los españoles trajeron, este fue divulgado por conocimientos, científicos, literarios y filosóficos de La Cultura Española junto al cual introdujeron el alfabeto y la escritura.
3. La Imprenta: Introducida por Antonio Ricardo, quien imprimió un catecismo el cual fue uno de los objetos impresos en Sudamérica.
LETRAS, CIENCIAS Y ARTES

4. Literatura: Fue continuación de las corrientes literarias españoles de la época, hubo escritores que prestigiaron nuestras letra, tales como: Inca Garcilaso de la Vega, Diego de Ojeda, etc.

5. Las Ciencias: Durante el siglo XVIII llegaron al Perú varias Expediciones Científicas que estudiaron, la flora, fauna y la geografía

6. Las Artes: Se expresaron en Pintura, Escultura, Arquitectura y Música
* Pintura: Realizada por pintores criollos, indios y mestizos, ha dejado una gran variedad, de gran valor, los cuales han sido guardados en templos, conventos, etc.

* Escultura: Durante el Virreinato s produjo una escultura esculpida en madera, en las cuales se tallaron gran cantidad de imágenes religiosas.


                              LA EDUCACIÓN  DE LA NUEVA ESPAÑA


Las primeras escuelas se levantaron al lado de las iglesias donde se impartía la educación popular por vocación y por mandato real, donde la jerarquía eclesiástica novo hispana tanto regular como secular organizo un sistema de instrucción en diferentes niveles. Por ello era la influencia eclesiástica alcanzaba a todos los establecimientos docentes, en los que se vigilaba la honestidad privada de los maestros y la exactitud de sus enseñanzas.
La educación elemental en el siglo XVI no equivalía a la alfabetización y la educación superior no significo el desarrollo de la investigación científica, sino más bien era una educación religiosa-filosófica-humanista. La política educativa de la metrópoli sostuvo durante muchos años la primacía de la cristianización de los aborígenes sobre cualquier otra consideración a la cual también se incorporo como objetivo adicional la castellanización.
Para el caso en particular de los criollos se interesaban por los estudios superiores como medio de afianzar su posición privilegiada y como instrumento para lograr ascensos sociales. Es por ello que la enseñanza elemental y media impartidas en escuelas primarias y en colegios de la compañía de Jesús tuvieron caracteres propios que contribuyeron a acentuar las diferencias entre el medio rural y el urbano, entre la población criolla y la de color.




la sociedad novo hispana

                                        LA SOCIEDAD NOVOHISPANA


°Castas sociales

El siglo XVII novohispano fue escenario de las mezclas raciales más inverosímiles entre blancos, indígenas y negros lo que, más allá del tono de la piel, se extendió a las costumbres y culturas, dando origen a una auténtica mezcla barroca que se manifestó en la vida cotidiana en la forma de fiestas, ritos y supersticiones, a pesar de la hegemonía de la Iglesia católica y la predominancia de los peninsulares en todos los rangos sociales y políticos. La riqueza que se experimentó al final de esa centuria en el virreinato, junto con las ideas ilustradas llegadas de Europa, detonaron el cambio hacia una nueva arquitectura social, que vio su mayor expresión a mitad del siglo XIX con el laicismo del Estado.
La época virreinal, que se inició con el siglo XVI tras la conquista española, dio origen a una especial forma de ver la vida: enmarañada, compleja y barroca. Los elementos básicos que conformaron la nueva sociedad fueron las razas que se enfrentaron en la conquista: blanca española, indígena americana, y posteriormente, negra africana. Las mezclas naturales que se dieron entre ellas, en las que se combinaban no sólo el color sino las costumbres, la cosmovisión y la idiosincrasia de cada una, llevaron a la Nueva España a experimentar un caleidoscopio social reflejado en la vida cotidiana, donde la sangre española era la que ejercía el poder civil, eclesiástico y militar.
Los tres siglos de virreinato estuvieron marcados por distinciones basadas en las diferencias raciales, que formaban una pirámide cuya base eran los indígenas, los negros y las mezclas entre estas razas. Los negros, tratados como esclavos, estaban destinados a los trabajos más ingratos, como la producción minera o azucarera. Los indígenas trabajaban las tierras y eran mano de obra en todo tipo de construcciones. Entre ambos, negros e indígenas, había una diferencia notable que radicaba en la existencia del alma que poseían sólo los segundos, y la obligación que había adquirido la corona española con el Papa, a partir del encuentro con América, de evangelizar a los naturales de los nuevos lugares que, por su parte, la máxima autoridad católica les había concedido en propiedad.
A esta sociedad tan estratificada se agregó desde la conquista un elemento más: la Iglesia católica —que comprendía al clero regular y secular—, que con el tiempo desempeñó un papel fundamental en la convivencia social novohispana, en la que representó un factor de dominio y de poder importantísimo: baste comentar que hubo dos arzobispos que fungieron igualmente como virreyes. Fue poseedora de una gran cantidad de bienes muebles e inmuebles; regía actividades de gran relevancia para la sociedad, ya que a través del Santo Oficio de la Inquisición vigilaba y sancionaba su comportamiento moral; controlaba los censos de nacimientos, casamientos y defunciones, actividades por las cuales cobraba, además de obtener el diezmo; igualmente, tenía bajo su cargo la educación, los hospitales y las misiones, que todavía en el siglo XVIII se extendían a lo largo del territorio de la Nueva España, como el lejano norte o la Sierra Gorda.
La sociedad novohispana, imbuida de misticismo y superstición entremezclados con los cambios climáticos, pestes, terremotos, epidemias e inundaciones, sumergida desde su origen en una tremenda desigualdad social, y con cotos de poder muy claros, durante el siglo XVIII vivió la repercusión de los cambios intelectuales surgidos de las ideas ilustradas provenientes de Francia e Inglaterra, principalmente. A los criollos, hijos de españoles nacidos en América, les brindó un sentimiento “nacionalista” esperanzador para obtener los puestos más altos en la política, la milicia y la Iglesia, pues hasta entonces habían estado destinados exclusivamente a españoles peninsulares.